Los lácteos y sus
derivados se incluyen como un grupo separado de alimentos, recomendándose su
consumo diario. Este “conjunto” nutricional preparado por la naturaleza no sólo
contiene proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas y minerales de muy alta
biodisponibilidad sino muchas otras sustancias de muy buen efecto sobre la
salud.
Dos vasos de leche
permiten satisfacer una proporción significativa de las necesidades de calcio,
magnesio, fósforo, vitaminas A, B2, B12 y D.
Es interesante resaltar que el efecto del calcio aportado por los
lácteos alcanza a duplicar el efecto del calcio farmacológico.
INGESTA DE CALCIO Y CONSUMO DE LÁCTEOS
Es realmente muy
difícil alcanzar a cubrir los requerimientos de calcio si no se incluye en la
dieta el consumo regular de lácteos. Éste grupo de alimentos es uno de los
pocos que la población aun con escasos conocimientos de nutrición suele
relacionar.
Las ingestas
recomendadas de calcio se vienen incrementando década tras década tanto por el
mayor conocimiento de su importancia en la salud como por el hecho de que la
mayor esperanza de vida y el sedentarismo nos obligan a mantener una mayor
ingesta para sostener nuestra masa ósea saludable.
LOS LÁCTEOS, UN GRUPO DE ALIMENTOS FUNCIONALES
Se entiende por
alimento funcional a aquel que además de los beneficios propios de su
composición nutricional ejerce un efecto adicional en la salud.
El yogur y las
distintas leches fermentadas son alimentos de muy vieja data que prácticamente
acompañan la cultura del hombre desde sus inicios.
A partir de los años
‘90 se produce en todo el mundo una profunda transformación de los yogures y
leches cultivadas al introducirse bacterias probióticas, las cuales han de
mostrado ejercer propiedades benéficas en nuestro organismo, particularmente
sobre la flora intestinal, la absorción de nutrientes (calcio y vitaminas), el
tránsito intestinal y sobre la inmunidad.
IMPORTANTES POSIBILIDADES
La gran oferta actual
de productos lácteos permite sustituir la leche por sus derivados; posibilita
variar al máximo los productos de consumo dentro de este grupo, obteniendo
iguales beneficios nutricionales y mayores ventajas gastronómicas y de aceptación.
Por otro lado,
personas que en principio no podían tomar leche o sus derivados, por alguno de
sus componentes específicos, disponen hoy día de productos especiales obtenidos
mediante diversas modificaciones de la leche, en los que se consigue mantener
al máximo el valor nutricional del lácteo, adaptándolo a las distintas
necesidades (leche y yogur sin lactosa, quesos bajos en grasa y en sodio,
etc.).
LECHE
DE VACA
Por su alto contenido de sodio, excesiva
cantidad de proteínas y escaso aporte de hierro y de ácidos grasos esenciales,
distintas organizaciones como Unicef, y
expertos en nutrición infantil recomiendan no introducir leche de vaca en
la alimentación de un niño hasta que no haya cumplido el año de vida. El
consumo frecuente de leche de vaca antes de los 12 meses puede
tener implicancias negativas en la salud de los niños, como anemia,
sobrecarga renal y lesiones intestinales. Por esto, se vuelve a insistir en la necesidad de fomentar
la práctica de la lactancia materna durante los primeros dos años de vida
de un bebé. Y si se tiene la necesidad de remplazarla antes, la mejor opción, es
una fórmula infantil. Hay que recordar que antes de que el niño cumpla un año
no sólo hay que evitar la leche de vaca sino también la de cabra, oveja, de
arroz o soya.
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