Una persona que está infectada de VIH/SIDA y
no muestra síntomas de la enfermedad, no necesita seguir una dieta específica
contra el VIH. No obstante, quien está infectado debe hacer todo lo posible
para seguir unas pautas nutricionales sanas y equilibradas a fin de cubrir sus
mayores necesidades de proteína y energía.
Los enfermos
a menudo no comen lo suficiente porque la enfermedad y los medicamentos
que toman pueden reducir el apetito, alterar el sabor, e impedir que el
organismo los absorba. Síntomas como las inflamaciones de la boca, las náuseas
y los vómitos dificultan tomar alimento; el cansancio, el aislamiento y la
depresión reducen el apetito y la disposición para esforzarse en comer
normalmente.
Los
alimentos no se absorben: Una de las consecuencias de este tipo de infecciones es
que dañan las paredes del intestino, los alimentos ya no pasan bien a través de
él y, por lo tanto, no son absorbidos. La diarrea es una manifestación común y
el alimento pasa por el intestino tan rápidamente que no se digiere, y por
consiguiente se absorben menos nutrientes. La menor ingesta y absorción de
alimentos producen adelgazamiento y malnutrición. Por lo tanto la
persona adelgaza, disminuye su peso corporal y su musculatura se reduce. El
adelgazamiento puede ser tan gradual que no se aprecie rápidamente.
Si una persona adelgaza, ha de tomar medidas
para volver a su peso normal. Como por
ejemplo: Comer más alimentos básicos como arroz, maíz,
trigo, pan, papas, camotes y plátanos. Aumentar la ingesta de frijoles,
productos de soya, lentejas, arvejas, maní.
Consumir todos los tipos de carne, aves de
corral, pescado y huevos, con la mayor frecuencia posible. La carne picada, el
pollo y el pescado son fáciles de digerir. Comer refrigerios con regularidad entre las
comidas. Aumentar poco a poco el contenido de grasa de los alimentos. Si surgen
problemas debidos a una ingesta de alimentos con elevado contenido de grasa
(especialmente diarrea), reducir la ingesta de grasa hasta que desaparezcan los
síntomas, para luego aumentarla gradualmente hasta llegar a un nivel en que el
organismo la tolere. Incorporar en la dieta más productos lácteos como leche
entera, leche agria, mantequilla, yogures y queso.
Añadir a los alimentos azúcar, miel,
mermelada, jarabe u otros productos dulces. Hacer las comidas lo más
apetecibles posible. Aumentar el número de comidas y refrigerios durante el
día.
El ejercicio mejora el bienestar. Este
no debe producir cansancio o estrés. Se recomiendan ejercicios de musculación
suaves para formar músculos. Pasear, correr, nadar o bailar son también
ejercicios convenientes.
Las vitaminas y los minerales son
indispensables para mantenerse sano. Protegen contra las infecciones
oportunistas. Son particularmente importantes las vitaminas A, C, E, algunas
vitaminas del grupo B y minerales como el selenio, el cinc y el hierro.
La
vitamina A: Se
encuentra: en las hortalizas y las frutas verde oscuras, amarillas, naranjas y
rojas. También las espinacas, la calabaza, los pimientos verdes, los
calabacines, las zanahorias, el amaranto, los melocotones, los albaricoques, la
papaya y los mangos. El aceite de palma, el maíz amarillo, las yemas de huevo y
el hígado.
La
vitamina C: Se
encuentra en los cítricos como naranjas,
toronjas, limones y mandarinas. Las guayabas, los mangos, los tomates y las papas
son también una buena fuente
La
vitamina E:
Los alimentos que contienen vitamina E son las hortalizas de hojas verdes, los
aceites vegetales, el maní y la yema de huevo.
Grupo
de vitaminas B: La
contienen en abundancia los frijoles, las
papas, la carne, el pescado, el pollo, la sandía, el maíz, los cereales, los
frutos de cáscara, las paltas y las hortalizas de hoja verde.
Hierro. La anemia
ferropénica constituye un problema. Las
hortalizas de hoja verde, las semillas, los productos de cereales de grano
entero, las frutas secas, los frijoles, la alfalfa, la carne roja, el pollo, el
hígado, el pescado, los alimentos de origen marino y los huevos contienen
abundante hierro.
El
selenio es
un mineral importante porque ayuda a activar el sistema inmunitario. Entre los
alimentos ricos en selenio están los granos enteros de cereales, contenidos en
el pan integral; el maíz y los productos
lácteos como leche, yogures y queso.
El cinc se encuentra
en ; Los chocolates, el cordero y el germen de trigo. La carencia de cinc
reduce el apetito.
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