miércoles, 21 de enero de 2015

NUTRICIÓN EN EL CÁNCER

Hay que decir que: no existe ningún alimento o tipo de dieta que sea anti-cáncer en sí mismo, ni ninguno tampoco con la capacidad de curarlo, pero es cierto, que la nutrición tiene un papel importante en el cáncer: en la prevención, en el transcurso de la enfermedad y en la efectividad del tratamiento. Según estudios recientes 7 de cada 10 casos de cáncer pueden  prevenirse modificando hábitos como: dejar de  fumar, llevar una vida activa y una alimentación saludable.

FACTORES DIETÉTICOS CLAVES EN LA PREVENCIÓN
·    Muchos estudios se han hecho sobre agentes predisponentes y protectores del cáncer en la dieta. Se ha llegado a la conclusión por ahora, porque los estudios siguen avanzando día a día: Consumir diariamente varias raciones de frutas y verduras, así como productos integrales. Tanto por la cantidad de antioxidantes y otras sustancias con efecto protector; como por el aporte de fibra, cuyo efecto es muy importante en la prevención de muchas enfermedades, entre ellas el cáncer, y muy especialmente el de colon.
·        Consumo bajo de alcohol
·        Aumentar el consumo de carnes blancas y pescados en sustitución de carnes rojas.
·        Evitar el sobrepeso y la obesidad y realizar ejercicio físico diario.
·    Aumentar el consumo de productos frescos, y usar para los cocinados métodos de cocción que no impliquen alcanzar temperaturas que produzcan humos. De esta manera mantendremos en la medida de lo posible las vitaminas y evitamos la formación de compuestos potencialmente cancerígenos.
·        Moderar el consumo de grasas, eligiendo el aceite de oliva (más rico en antioxidantes).

TRATAMIENTO NUTRICIONAL DEL PACIENTE CON CÁNCER
El seguimiento nutricional de este tipo de pacientes resulta indispensable, por lo importante que es procurar un estado nutricional óptimo, igual que los tratamientos farmacológicos están minuciosamente diseñados de forma personalizada, así debería de ser el tratamiento nutricional.
Este tipo de pacientes sufren alteraciones:
En la ingesta: escaso apetito, alteraciones en el gusto, vómitos, obstrucciones en el tubo digestivo, aversiones a ciertos alimentos.
En la digestión: numerosos procesos digestivos y de absorción no funcionan con normalidad haciendo que lo ingerido no se aproveche como lo haría en condiciones normales.
Alteraciones metabólicas: hay un aumento del gasto energético, así como una bajada de las defensas y las reservas del paciente.
Todo esto suele desembocar en un tipo de desnutrición, llamada caquexia, que debe de abordarse para asegurar la recuperación.
En este caso, el papel de la nutrición es mucho más secundario que en la prevención, pero debido a las alteraciones en el apetito y en el gusto, es cuando familiares y pacientes necesitan más asesoramiento nutricional.
Habitualmente las recomendaciones pasan por “que coma lo que le apetezca cuando le apetezca”, pero son importantes otras pautas como:
ü  Incluir alimentos ricos en calorías pero fácilmente digeribles
ü  Aumentar el número de tomas, reduciendo la cantidad
ü  Eliminar sabores y olores demasiado fuertes
ü  Evitar temperaturas muy extremas y escoger texturas fáciles de comer
ü  Hay que recurrir a suplementos  que complementen la toma de alimentos.

Ahora que nos hemos informado y sabemos que unas pautas dietéticas nos ayudan a prevenir esta enfermedad, tratemos de alejarnos de ella lo más que podamos, está en nuestras manos hacerlo con nosotros primero y luego con todas las personas de nuestro entorno.

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