El pescado y los
frutos del mar han sido importantes en la nutrición humana desde la
prehistoria. La piscicultura es una práctica antiquísima; los asirios y romanos
criaban peces en pozos. Durante miles de años, los chinos también lo han hecho,
utilizando los cultivos de arroz durante los períodos en los que están bajo el
agua.
Durante las décadas
recientes, el consumo de pescado per cápita se ha extendido por todo el mundo. Además
de comerlo fresco, técnicas como ahumarlo o salarlo se han usado para preservar
pescado, y el salmón en específico es tradicional en las cocinas de la
Federación Rusa, Reino Unido y Escandinavia.
El pescado es una buena elección
alimenticia: posee menos calorías y grasas saturadas que la carne roja y
presenta niveles más elevados de saludables ácidos grasos omega 3. También
puede contener mercurio y otros contaminantes potencialmente dañinos.
Beneficios del pescado: Una de las principales razones
por las que el consumo de pescado ha aumentado es el deseo de alimentarse de
una manera más sana. El pescado es el único alimento que proporciona directamente grandes
cantidades de ácido graso omega 3, que ha demostrado contrarrestar los riesgos
de ataques cardíacos y derrames cerebrales. La mayoría de las personas puede
obtener suficiente omega 3 consumiendo pescados grasosos por lo menos dos veces
por semana. Una buena elección de pescado incluye al salmón y a las sardinas ya
que éstas además contienen bajos niveles de mercurio. Las personas que ya
padecen de enfermedades coronarias necesitan consumir aproximadamente un gramo
diario de estos ácidos grasos, una cantidad que por lo general requiere del
consumo de un suplemento alimenticio.
Ventajas nutricionales: El pescado y los frutos del mar están repletos de nutrientes. Son una fuente
excelente de proteína de alta calidad, vitaminas y minerales (incluyendo
potasio, selenio y vitamina B12). Pero es su contenido de ácidos grasos omega-3
lo que recibe más atención.
Lo que dice la ciencia: Las grasas omega-3 más beneficiosas son las que se encuentran en los
pescados grasos o azules como atún, bacalao, anchoas y salmón, que contribuyen
a mantener saludables al cerebro, el corazón, las articulaciones, y ayudan al
bienestar general.
La idea de que comer
pescado puede reducir el riesgo de enfermedades cardíacas se originó en los
años 70, cuando se notó que entre los esquimales de Groenlandia (donde un alto
consumo de animales marinos era la dieta normal), la incidencia de enfermedades
del corazón era muy baja.
A la hora de comprar y guardar
El pescado se puede
comprar como filete, fresco, congelado, enlatado o ahumado. El fresco debe
tener la piel suave y húmeda. Si está entero, sus ojos deben ser brillantes y
claros, no turbios y hundidos. Usa tu sentido del olfato para asegurarte de que
esté fresco.
Si no te lo puedes
comer en los siguientes dos días, es mejor congelarlo. Pero una vez se congela
y descongela, no se debe volver a congelar.
Riesgos
La piscicultura
produce grandes cantidades del pescado que se consume. El pescado que se cría
libre es superior en varios aspectos, entre ellos el que tiene menos residuos
de pesticidas.
Sin embargo, ningún
estudio ha demostrado que comer pescado de criaderos es un riesgo para la
salud.
Algunos pescados, (pez azul, tiburón, pez espada) presentan grandes
cantidades de mercurio, Mientras que los
efectos en la salud debido a la exposición eventual no son del todo claros, los expertos en la inocuidad del pescado
consideran que se deberían tomar precauciones.
El riesgo que representa el mercurio en el pescado no se ha establecido
bien, aunque por lo general mientras más peso corporal tenga, podrá consumir
mayor cantidad de pescado. Por ejemplo, algunos estudios sugieren que el salmón
salvaje puede contener menos cantidad de mercurio que el salmón de acuicultura.
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