lunes, 19 de enero de 2015

HIPERTENSION: DIEZ MITOS QUE ATENTAN CONTRA EL CORAZÓN

Que basta tomar agua para bajar la presión. Que el cuerpo nos pide "comer con sal". Que la presión alta aparece por los nervios. Que un cafecito está totalmente prohibido para los hipertensos. Que la actividad física puede provocar un ataque al corazón…..Nada de esto es así y forma parte de un arraigado decálogo de mitos de nuestra sociedad. 
Sin proponérselo, entidades médicas y otras organizaciones que se ocupan del cuidado del corazón revelaron estas creencias populares que se transmiten como consejos de entre casa, pero carecen de una explicación comprobada científicamente.

Los mitos que lastiman el corazón y los especialistas los aclaran uno por uno.
1. Sé que tengo la presión alta cuando me duele la cabeza. La cefalea, o dolor de cabeza, es un síntoma "inespecífico", es decir que puede aparecer por muchas causas. En la mayoría de los casos, la presión alta no da síntomas. La única manera de saber si la presión no está dentro del rango normal es tomarse la presión. "No espere a tener síntomas”.
2. Mi presión (alta) es nerviosa. "Esto lo dice el 100% de los pacientes que llegan a la consulta. En realidad, subestiman un problema evitable, que es la principal causa de. "No es el nerviosismo por la espera o enfrentar el guardapolvo blanco lo que le hizo subir la presión, sino el estado de su sistema circulatorio", 

3. No puedo tomar café porque soy hipertenso. El consumo de café eleva de manera pasajera la presión, pero no está demostrado que su consumo moderado (menos de tres tacitas por día) provoque hipertensión.
4. Si hago ejercicio me puede dar un ataque al corazón, los beneficios preventivos de la actividad física con una intensidad adecuada y sin olvidar el chequeo médico básico (examen y electrocardiograma), reduce un 35-40% el riesgo de infarto en una década.  Tanto en hombres como en mujeres que caminan con regularidad cinco o seis días por semana, el riesgo de infarto y ACV disminuye un 35% luego de ocho o 10 años .Luego que el ejercicio se vuelve un hábito su efecto en la salud cardiovascular puede ser "similar o superior a muchos medicamentos. El problema es que requiere tiempo y voluntad". 

5. Hay que tomar mucha agua para bajar la presión. La hidratación excesiva puede aumentar la presión sanguínea, pero "una buena hidratación favorece el desarrollo de varios procesos orgánicos. Tomar mucha agua hace bien, pero no influye en los valores de presión",
6. Cada vez que me tomo la presión es diferente. Es normal que varíe durante el día; influyen la actividad física, las emociones y hasta la temperatura. Suele ser más alta a la mañana y más baja al dormir. El hecho de tomarse la presión provoca un estado de alerta, al que el cuerpo reacciona con el aumento de la presión. "La presión cambia cada vez que nuestro corazón late. Hay que acudir al médico si la mayoría de los valores (en los controles) superan 140/90 mmHg

7. Para cuidar el corazón, hay que tomar agua baja en sodio. En su consumo habitual, el aporte de sodio no parece ser suficiente para provocar enfermedad cardiovascular ni hipertensión", Ese consumo aporta, en promedio, un 10% de los 5,5 g de sodio que la OMS recomienda ingerir por día.
8. Lo importante es tener la mínima controlada. Esta idea surgió hace tiempo, cuando la medicina aún desconocía la importancia de la presión sistólica o "máxima" y la presión diastólica o "mínima". El aumento de cualquiera de esos dos valores incrementa el riesgo cardiovascular. "Sin embargo, después de los 50 años, la presión máxima se relaciona más estrechamente con el riesgo cardiovascular",

9. Mejor bajar la dosis del remedio para el colesterol porque tiene efectos secundarios. Está muy instalado en la comunidad que el uso de esos fármacos, o estatinas, daña el hígado y los músculos. "Está demostrado que bajar el colesterol en los pacientes cardiovasculares o de alto riesgo prolonga la vida. Y hay que bajarlo mucho.
10. Necesito ponerle más sal a la comida porque el cuerpo me lo pide. Además de mito, como la del ejercicio suele ser una excusa muy frecuente a la hora de agarrar el salero en la mesa y volcarlo sobre el plato sin siquiera haber probado un bocado. Por eso, siempre los especialistas recomiendan probar la comida antes de salarla. "La sal que el cuerpo necesita es la que está presente en forma natural en los alimentos que consumimos. Ni más ni menos", 

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