Te sorprenderá saber que hay adicción al queso. Un estudio científico
llevado a cabo en los años ochenta reveló que trazas de morfina se puede
encontrar en la leche y los productos lácteos, y la más alta cantidad en el queso.
¿Cómo llegó la morfina ahí? La proteína específica de la leche de vaca es la caseína, esta libera opiáceos cuando se
digiere, y se produce más en el queso que en cualquier otro producto lácteo.
Demasiado queso también puede ser malo para la
salud. Contiene altos niveles de grasas saturadas, que son directamente
responsables del mal colesterol que se acumula y bloquea las arterias. También
se ha observado que desencadena ataques de migraña y artritis. El alto
contenido de grasa en el queso se ha relacionado directamente con el 50% de los
casos de artritis reumatoide. También interfiere con la absorción de la
vitamina D, ya que un exceso de calcio de productos lácteos puede suprimir la
activación de la vitamina D en el cuerpo.
El 70 % de sus calorías son grasas, por lo
que además de ser adictivo, también puede afectar la salud. También se carga
con altos niveles de sodio, que es un factor contribuyente fundamental para la
presión arterial elevada. La sal es esencial para el sabor, la maduración y la
preservación de queso. Debemos ser prudentes con los antojos de
queso, demasiado puede causar problemas de salud.
Lo que debes saber sobre los alimentos procesados
Los fabricantes están
ejerciendo presión para vender sus productos. Pero consideramos que deben poner
etiquetas mayores en los paquetes. Si se puede eliminar los azúcares añadidos,
se podría acabar con unos de los responsables de que las arterias se obstruyan.
Además, podríamos reducir un 16 % de las calorías diarias. El azúcar no es el
único problema en los alimentos procesados, que también tienen muchas grasas
saturadas y sodio. La Sociedad de Nutrición de Estados Unidos indica que los
alimentos procesados representan alrededor del
50 % de las grasas
saturadas, el 57 % de la sal y el 75 % de los azúcares añadidos que los
estadounidenses consumen.
Sin embargo, no todos
los alimentos procesados son malos. El cereal integral con vitaminas añadidas,
la mostaza y la leche de almendras fortificada con vitamina D también son
alimentos procesados. De acuerdo con la Sociedad de Nutrición de Estados
Unidos, hay alimentos que proporcionan el 55% de fibra en la dieta, el 34 % de
la vitamina D y el 65 % del folato que necesitamos.
Antes de sacar el
paquete de comida procesada del carrito de tu compra en el supermercado,
pregúntate: “¿Qué le hicieron a esto para que luciera y supiera de esta forma?”
Luego lee la etiqueta de nutrición y si no te gusta lo que dice, vuelve a
ponerlo en los anaqueles.
Ingesta de alimentos
funcionales
Alimento
funcional es el nuevo nombre que se le
da a los alimentos capaces de ejercer un efecto positivo sobre la salud que va
más allá de la nutrición básica
Los alimentos funcionales incluyen: verduras y frutas,
alimentos con ingredientes añadidos para alguna función fisiológica específica
(como el yogur con cultivos probioticos), cereales integrales con fibra
alimentaria y pescados con alto contenido de ácidos grasos omega 3.
Fitoquímicos: Abarcan una amplia gama de
componentes naturales presentes en las hortalizas, y a medida que aumentan las
evidencias, su función podría ser indispensable para que el cuerpo pueda
protegerse contra las enfermedades y sanar. Los alimentos pasan a ser
funcionales gracias a la presencia de estos fitoquímicos con nombres difíciles
de pronunciar, como betacaroteno, isotiacianatos, glucosinolatos, lignanos y
luteínas.
Ventajas para la salud: A pesar de que las investigaciones
todavía sean preliminares, parece que los fitoquímicos ayudan a prevenir
enfermedades crónicas, tales como las afecciones del corazón y de los vasos
sanguíneos, el cáncer y la diabetes.
Ingerir alimentos funcionales: Planificar los menús alrededor de
ciertos fitoquímicos específicos puede ser bastante complicado porque los
alimentos contienen decenas de miles de ellos. Por lo tanto, lo mejor es
incluir gran cantidad de frutas y verduras en la alimentación diaria.
Incorporar verduras y frutas de varios colores en la alimentación aumenta la
probabilidad de ingerir la mayor cantidad posible de fitoquímicos.
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