Pensar que es un castigo: El término dieta no es el más grato, hay que ser consciente de que se
requieren cambios en los hábitos cotidianos para mejorar su calidad de vida. Se
sentirá más liviano, activo y productivo y dormirá mejor. La idea es aprender qué es una alimentación
sana y balanceada, saber qué, por qué y cuándo consumir determinados alimentos,
y en qué cantidades hacerlo, iniciar o mantener actividad física y tomar
tiempos para el descanso.
Seguir cualquier dieta sin asesoría: Antes de comenzar un programa nutricional infórmese con un profesional
sobre cuál es el esquema de alimentación más recomendado según sus necesidades
particulares.
No hacerse un chequeo de salud previo: Sería absurdo hacer cambios drásticos en su alimentación sin evaluar sus
condiciones de salud, así como sus carencias o excesos nutricionales, para
saber qué tan preparados están su cuerpo y su mente para comenzar un nuevo
régimen. Averigüe con un profesional cuáles son sus requerimientos de calorías
y nutrientes de acuerdo con su sexo, edad, estado nutricional, nivel de
actividad física y estilo de vida.
Enfocarse solo en lo que marca la báscula: Lo que se busca es perder grasa, pero con dietas demasiado restrictivas en
carbohidratos lo que se modifica es la masa muscular. Con un plan adecuado es
posible que el peso global no se modifique mucho, podrá notar que pesa lo mismo
pero que la ropa le queda más grande, y esto es porque la grasa se usa como
energía,
Fijarse metas inalcanzables a corto plazo: Es muy común que quienes intentan bajar de peso no sean perseverantes y
caigan en la tentación de abandonar el plan nutricional o de ejercicios a la
menor crisis. No olvide que solo lo que nos cuesta conseguir, es lo que nos
produce una gran satisfacción.
Satanizar alimentos y erradicar comidas: Se necesita de todos los alimentos, tanto de las grasas como de los
carbohidratos y las proteínas; solo que debemos aprender a consumirlos
adecuadamente.
Sabotearse en el ‘mientras tanto’: Para mantener la determinación y la disciplina, se recomienda. fraccionar
las comidas, Comer mínimo 5 veces al día en porciones adecuadas. No saltarse el
desayuno. Chequear su peso regularmente.
Beber abundante agua (dos litros diariamente, en promedio). Practicar
algún ejercicio aeróbico por más de 45 minutos al menos 4 veces a la
semana. Planear su mercado y comprar
solo lo que necesite. No dejarse llevar por los antojos.
No ser coherente: Ejercicios
sencillos como aprender a leer las etiquetas de los alimentos, informarse sobre
las calorías, cantidad de grasa, azúcar y fibra por porción de alimento le
ayudarán. Inicie su nuevo esquema de alimentación en un momento en el que no esté
cercano un viaje o un evento en el que vaya a haber un gran banquete. Y aleje
la tentación: saque de su despensa los alimentos que debe evitar y controle los
tamaños de las porciones.
No crear una sólida red de apoyo: Informe a sus amigos y familiares sobre sus planes de pérdida de peso y
hágales saber lo importante que es contar con su apoyo. Y como el ejemplo
empieza por casa, eduque sobre hábitos saludables a las personas con las que
convive. Compártales sus conocimientos
sobre nutrición y sus expectativas sobre el cambio de vida que intenta lograr.
Y si reincide en no terminar su nuevo plan alimenticio, una opción es acudir al apoyo de grupos de
personas que compartan su historia y de profesionales como psicólogos.
Cantar victoria antes de tiempo: Por eso tenga en mente siempre su propósito, meta y motivación para
perder los kilos de más. Le ayudará a ser constante durante el tratamiento.
Recuerde que vivir una vida sana es como un viaje; no un simple destino. Debe
haber un interés constante por eliminar malos hábitos.
21 Días: Es el tiempo ideal para crear nuevos hábitos. Si un día recae, no se
culpe y vuelva a empezar como si fuera el primero. Solo así hará del nuevo
hábito una costumbre.
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