El desayuno, es
considerado una comida vital para el equilibrio y la buena marcha de todas las
funciones corporales. Lo primero que debes tener en cuenta es que, al
despertar en la mañana, tu organismo ha pasado varias horas sin alimento y
necesita el combustible necesario para empezar a trabajar. Si comes poco o nada
en el desayuno, tu cuerpo utilizará las reservas energéticas de las que dispone
para estados de emergencia, lo que ocasionará alteraciones en su funcionamiento
regular como falta de concentración, decaimiento e irritabilidad.
La mañana es el
momento indicado para consumir más alimentos porque el organismo trabaja a
plenitud y los requerimientos calóricos son mayores. Es recomendable ingerir un
vaso de agua media hora antes de desayunar para ayudar a los riñones a
eliminar las toxinas acumuladas durante la noche y preparar al organismo
para recibir los alimentos.
Evita cenas
abundantes porque ocasionan una sensación de saciedad al despertar que impide
tomar un desayuno apropiado.
Un desayuno saludable
debe incluir fibra, carbohidratos, proteínas y grasas, lácteos en especial el yogur
con probioticos. Elimina de tu desayuno la margarina, los edulcorantes
artificiales y usa poco o nada de azúcar para endulzar. Y si eres celíaco,
considera que el contenido de gluten en la avena es menos inflamatorio que el
del trigo.
'Alimentación consciente', el nuevo ingrediente en la
comida
Disfrutar cada
bocado, comer sin prisa, escoger los alimentos que hacen bien al organismo y al
mismo tiempo ser consciente de comer bien, ha ido ganando adeptos poco a poco.
Recientemente expertos de la Facultad de Salud Pública de Harvard indicaron
que la 'Alimentación Consciente' podría ser la solución para la
creciente epidemia de obesidad frente a la que ninguna dieta parecería
poder frenar la estampida en el mundo.
El ritmo de vida
acelerado, ha generado hábitos inadecuados al comer que posteriormente pasan
factura provocando diversas enfermedades.
Una clara muestra de
la práctica inadecuada en la alimentación es: comer muy pocas frutas, verduras,
pescados y alimentos naturales; consumir más alimentos fritos,
empanizados, pastelillos, refrescos,
embutidos, productos procesados con aditivos (colorantes y conservantes) y
carnes rojas; y/o tomar demasiada azúcar, cafeína o alcohol.
Cabe destacar que la
'Alimentación Consciente' no es una dieta, ni consiste en dejar de comer
uno u otro alimento. Se trata de disfrutar la comida más intensamente, de
disfrutar cada bocado, de tomarse el tiempo suficiente para degustar y de comer
en la cantidad adecuada.
Este tipo de alimentación
también posibilita reconocer por qué sentimos el ansia intensa de comer y qué
factores (emociones, situaciones, ideas) refuerzan el hábito de atiborrarnos de
comida. El sobrepeso, la obesidad, la diabetes, el cáncer y las
enfermedades cardiovasculares, están
asociadas a la manera en cómo nos hemos
venido alimentando en los últimos 60 años.
La 'Alimentación
Consciente' se ha posicionado como concepto nutricional que nos sirve para
crear un hábito alimenticio de bienestar. Algunos pasos básicos para hacer que
su alimentación sea una práctica consciente:
Explorar y conocer
los alimentos que el organismo tolera. Preferir los alimentos de origen natural
(vegetal y/o animal). Servir porciones
razonables de alimento. Contemplar el
alimento. Comer sin prisa. Masticar muy bien cada bocado. Lograr un buen nivel de satisfacción.
La salud no depende
siempre de la calidad de los alimentos sino cómo los consumes. Hay que aprender a comer inteligentemente con los
mejores nutrientes para reforzar las funciones orgánicas y mantenerse saludable.
Para respirar saludablemente
Los alimentos que nos
dan más beneficios para mantener bien los pulmones son aquellos que contienen
minerales y vitaminas antioxidantes como el selenio y las vitaminas A, C y E.
Los alimentos que los
contienen: Selenio; mariscos, carnes
rojas, huevos, pollo e hígado. Vitamina
A; albaricoque, melón, mango, zanahoria, pimiento, espinaca. Vitamina C; cítricos, kiwi, brócoli y
pimiento verde. Vitamina E; germen de trigo, cereales, aceite de oliva,
almendra, maní.
Otros nutrientes son
el magnesio (nueces, legumbres, granos, espinacas y mariscos) y los ácidos
grasos Omega 3 (pescados, mariscos, soya, aceite de linaza y verduras).
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