Nutricionista
y autor de ‘Cocinar’, tiene una receta de salud que parece muy sensata, no
elegir alimentos industriales y regresar a los fogones. Está enfrentado a la industria alimentaria, una de las más
poderosas del mundo. El pide promover un estilo de vida saludable. En su último
libro, hace un recorrido por lo que él denomina una ciencia al alcance de
todos. Su tesis es simple: pasar un rato en la cocina es la forma de conseguir
una buena salud y alejarse de la obesidad y otros factores de riesgo
cardiovascular. Desde California, donde reside, confiesa que se pierde por una
bolsa de papas fritas, y que las ha desterrado de su casa.
Vivimos en una época en la que el tiempo es escaso y
usted dice que la gente cocine. ¿Cómo convencería de ello a una persona
ocupada?
Todos
estamos muy ocupados, pero conseguimos
tiempo para las cosas que valoramos. Si mira atrás, a hace 10 o 20 años,
¿hubiera dedicado 2 horas al día o más a utilizar Internet? El día sigue
teniendo 24 horas y obtuvimos el tiempo, lo convertimos en una prioridad. Sugiero que, cocinar vale la pena, revierte en una
importante satisfacción, salud y placer.
En su libro, habla de trucos para hacer esta tarea más
llevadera…
Hablo,
de compartir la tarea de cocinar con la pareja, con los hijos. Así, parecerá
que el tiempo vuela. En el libro hablo de cocina que lleva mucho tiempo, la
cocina del día a día no tarda tanto. Hay mucha comida sana que podemos tener
lista en menos de media hora.
¿Y cuáles son
las principales percepciones erróneas en torno a la idea de cocinar?
Nos han
lavado el cerebro. Nos han dicho que cocinar es difícil y aburrido y puede ser
divertido y sencillo. Cualquiera puede cocinar mejor que una empresa, porque
estas no cocinan bien; hablo de las
compañías que fabrican alimentos procesados y las cadenas de comida rápida.
La obesidad y la enfermedad
cardiovascular son un problema en el
mundo. ¿Cree que la cocina podría influir en la prevalencia de estas
enfermedades?
Creo que
lo mejor es cocinar, la mayor cantidad de días a la semana. Sabemos que las
empresas cocinan con mucha sal, grasa y azúcar, todos contribuyen a este tipo
de enfermedades. El aumento de la obesidad está unido a un descenso en la
actividad de cocinar. Es fácil: en casa se usa menos sal, grasas y azúcar, es
comer comida de verdad.
Reglas básicas para comer sano: Sus mensajes básicos: evitar los alimentos procesados, utilizar un plato
de postre en vez de uno grande y comer más vegetales que carne. El escritor
recomienda, mantenerse lejos de alimentos, como la margarina y optar siempre que se pueda por comprar en
mercados y no supermercados.
Su mensaje parece sencillo y, aun así, difícil de
seguir, ¿por qué?
Hay
varias razones, la más importante es el ‘marketing’. La gente no sabe el dinero
que se gasta en convencernos de que comamos comida procesada. Saben de que el
ser humano es perezoso por naturaleza,
de que estamos muy ocupados para cocinar y que hay muchos usos mejores
del tiempo. Lo cierto es que este experimento social que llevamos desde hace 20
o 30 años, ha fracasado; lo vemos en nuestra salud.
Cree que una forma de solucionar esto sería aprender a
cocinar desde niños?
Se
trata de un hábito que hay que aprender desde la niñez. Somos pocos los que cocinamos, los niños no lo ven
como una parte normal de la vida. Tenemos que incluir la comida, el cultivo de
alimentos y la cocina en el currículo escolar de nuestros hijos y enseñarles a
satisfacer sus necesidades. Dejarles salir al mundo sin saber cocinar es irresponsable,
no van a saber cuidar de sí mismos y no van a ser buenos compañeros.
Algunas de estas compañías tratan de promover hábitos
saludables. ¿Qué opina?
A la
industria alimentaria, le gusta que pensemos que el problema con el peso se
debe a que no practicamos ejercicio. El deporte es muy importante y es muy
bueno, pero hay poca evidencia de que el aumento en la obesidad esté ligado a
un descenso en la actividad física. El auge de los gimnasios y del footing, empezó en
los años 80 y desde entonces la obesidad ha seguido aumentando.
¿Deben los gobiernos implicarse en la alimentación de
la sociedad?
El
consumidor no tiene poder en su relación
con la industria y le falta información. Es papel del Gobierno asegurarse de
que la comida sea sana, de que recibamos la información necesaria. La industria
se dirige a los niños, utilizando sus juguetes y sus personajes favoritos para
recomendarles productos insanos. Ese tipo de ‘marketing’ ha de ser regulado, gravar fiscalmente productos que contengan
aditivos no saludables o apoyar con subsidios el cultivo de productos frescos y
no como se hace en EE UU, donde se subvenciona el maíz, que se utiliza para
fabricar azúcares. ¡Están pagando para crear el problema y para solucionarlo!
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