La enfermedad celíaca se conoce popularmente como intolerancia al gluten, pero en realidad se trata de la intolerancia crónica y definitiva a un conjunto de proteínas denominadas prolaminas, presentes en el trigo, la avena, la cebada y el centeno y en productos derivados de estos cereales, en personas genéticamente predispuestas. Esta intolerancia alimentaria es tratable, pero no curable. La ingesta sin prolaminas tóxicas es la única terapia existente, evitando con ella posibles complicaciones y garantizando una mejor calidad de vida.
Existe una
predisposición genética. Si hay un celiaco en la familia: Familiares de 1er
grado: padres, hermanos e hijos tienen un 10% de posibilidades
de ser celíacos. Familiares de 2do grado: tíos, primos y sobrinos, la
posibilidad de ser celíacos es de 1 en 39. Hermanos gemelos: el
hermano gemelo de un celíaco tiene un 70% de posibilidades de
ser celíaco.
¿Por qué se
produce este trastorno? El sistema digestivo es el
encargado de digerir los alimentos y absorber los nutrientes esenciales que el
cuerpo necesita. Este sistema depende de un proceso a través del cual todo alimento es degradado
en partículas pequeñas para poder ser absorbidas. Aquí comienza la importante
labor del intestino delgado, un órgano que posee pequeñas vellosidades. La
longitud de las mismas establece la mayor o menor absorción de los nutrientes. En
el intestino del celíaco, las vellosidades desaparecen o se atrofian con la
ingesta de prolaminas, por lo tanto
no se absorben los nutrientes esenciales: ácido fólico, la vitamina B12, el
hierro, calcio, la vitamina D y el zinc. Todo esto conlleva a la pérdida de peso y desnutrición.
Síntomas: palidez, apatía,
irritabilidad, falta de apetito, malestar, cansancio, distensión abdominal,
dolor abdominal recurrente, pérdida de peso, deposiciones abundantes y/o
diarrea crónica, vómitos después de las comidas, hinchazón de las piernas,
dolor en los huesos y calambres. En los niños puede generar vómitos, dolor
abdominal recurrente, diarrea crónica, intestino irritable, atrofia muscular,
trastornos del desarrollo, baja estatura, pérdida de peso y detención del
crecimiento.
¿Cuál es
tratamiento?: Una dieta libre de gluten, es decir sin trigo, avena, cebada y centeno, ni
productos industrializados que puedan contener esta proteína. Es la
única opción para evitar el daño que se produce en el intestino delgado. Realizar
una dieta sin gluten no es tarea fácil, pero si se cumple se puede llevar una
buena calidad de vida. Esta no
cura la enfermedad, permite controlarla. El intestino delgado puede
volver a adquirir su función normal; si se vuelven a ingerir alimentos
prohibidos, el intestino volverá a dañarse.
La dieta implica sacar del menú alimentos como:
harinas, panes, pastas, pizzas, empanadas, tortas, cerveza, y otros productos dudosos, debido a
que pueden contener gluten. Es el caso de los quesos, salchichas, patés,
enlatados, papas fritas, dulce de leche, chocolate, golosinas, helados,
caramelos, café instantáneo, pasta dental, entre otros. Entre los alimentos seguros se encuentran las
frutas, las verduras, las carnes de todo tipo, mariscos, huevos, el aceite, el
vinagre, la miel, las frutas secas, el arroz, el choclo, las legumbres, el maíz
y sus derivados.
¿Cómo
identificar los alimentos seguros?: En algunos países los productos tienen símbolos, para identificarlos como
libres de gluten. Es importante leer las etiquetas para chequear los
ingredientes y consultar siempre en caso de dudas a instituciones que
proporcionen listados actualizados de alimentos y marcas seguras.
Recomendaciones
generales: Eliminar la compra de
productos a granel, y de todos aquellos que no lleven etiqueta. Disponer
de un espacio para almacenar exclusivamente los alimentos sin gluten. Y una vez
abierto el envase no quitar la etiqueta ni vaciar su contenido en otros
recipientes. Puede dar lugar a confusiones.
Tener en
cuenta la contaminación cruzada: alimentos libres de
gluten pueden contaminarse al estar en contacto con otros que sí poseen esta
sustancia. Es por eso que los utensilios utilizados para preparar un plato
libre de gluten no se deben mezclar. Lo más recomendable es cocinar primero
para la persona celíaca y luego para el resto.
Si el afectado es un
niño, informar de la situación, a todos los habitantes de la casa, a los
docentes y a las personas que tengan contacto con el niño, y pedirles que lo
ayuden a cumplir estrictamente con su dieta.
Aceptar que es
una enfermedad crónica y que la salud
del enfermo depende del cumplimiento estricto de la alimentación.
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