Se denominan
cetogénicas y aumentan el colesterol, el ácido úrico, el riesgo de padecer
gota, cálculos renales y la ateroesclerosis
Un estudio reciente
realizado en la Universidad de Oslo (Noruega) afirma que las dietas bajas en
hidratos de carbono producen un aumento de los niveles de colesterol en sangre.
Los regímenes analizados
no solo se caracterizan por esta deficiencia, sino por ser ricos en grasas y
proteínas, por lo que aumentan de forma considerable los niveles de colesterol
total y de LDL en mujeres sanas con peso normal, dando lugar a un impacto
negativo en su perfil de riesgo cardiovascular.
Según explica la
doctora Beatriz Navia, profesora titular del Departamento de Nutrición de la
Universidad Complutense de Madrid., este tipo de dieta se corresponde con las
denominadas dietas cetogénicas, en las cuales se reduce el contenido en
hidratos de carbono, a la vez que se aumenta, de forma proporcional, el aporte
de proteínas, y especialmente el de grasas, para compensar la disminución de
los hidratos de carbono.
En este tipo de
dietas, se consumen, casi de forma exclusiva, carnes rojas, embutidos,
pescados, quesos, huevos y grasas diversas, dejando un mínimo consumo de frutas
y verduras y quedando prohibidos alimentos como el pan, la pasta, el arroz, las
legumbres, la leche o el azúcar.
La doctora indica que
hay que tener en cuenta que el perfil calórico aconsejado en una dieta
equilibrada incluye un 10-15 por ciento de la energía total en forma de
proteínas, un 20-35 por ciento en forma de grasas y más del 50 en forma de
hidratos de carbono, por lo que, los cereales (pan, pasta, arroz…) y las
legumbres, alimentos con un alto contenido en carbohidratos, deben constituir
la base de la alimentación.
¿Por qué son perjudiciales las dietas cetogénicas?
Las dietas
cetogénicas se vienen empleando desde hace décadas con el fin de perder peso y,
si bien es cierto que, conducen a una bajada del mismo, presentan múltiples
efectos negativos en la salud, por lo que no son dietas recomendables para
adelgazar, explica la doctora Navia.
A diferencia de una
dieta hipocalórica equilibrada, con un bajo contenido en grasas, las dietas
cetogénicas generan una exagerada movilización proteica-lipídica, una pérdida
importante de masa magra y un aumento de los niveles de ácido úrico, lo que
incrementa el riesgo de sufrir gota o cálculos renales.
Además, al ser ricas
en grasas saturadas y colesterol, aumentan el riesgo aterosclerótico, tal y
como se ha demostrado en el estudio. Igualmente, este tipo de dietas provoca la
movilización del calcio óseo, favoreciendo la aparición de osteoporosis, y pueden
conducir al ser bajas en fibra al estreñimiento severo. Al eliminar los
alimentos ricos en carbohidratos, que contienen determinadas vitaminas y
minerales, pueden ocasionar deficiencias de algunos micronutrientes.
Aunque la reducción
de peso que se produce con este tipo de dietas parece ser importante durante
los tres y los seis primeros meses de tratamiento, las diferencias que pueden
existir con una dieta hipocalórica convencional baja en grasas se pierden a
partir de los doce meses de su seguimiento, por lo que, a largo plazo, tampoco
representan una ventaja en este sentido.
Una dieta
hipocalórica convencional, variada (que incluya todos los alimentos) y
equilibrada, con una cantidad adecuada de proteínas, grasas e hidratos de
carbono, en la que se reduzcan las raciones consumidas, pero se mantengan las
proporciones, acompañada de ejercicio físico, es la forma más saludable para
perder peso.
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