¿Te gustaría sentir
menos hambre entre las comidas principales? Con algunos trucos sencillos de es
posible "engañar" tu mente para prolongar la sensación de saciedad
que te ofrecen algunos alimentos. Así, podrás reducir las calorías que ingieres
sin reducir el placer de comer. ¿Cuántas veces hemos recurrido a la nevera en busca de un alimento rico
solamente porque estamos aburridos? En muchas ocasiones pensamos que
tenemos hambre, cuando en
realidad lo que nos sucede es otra cosa: a veces, la falta de sueño o de
hábitos saludables, nos hacen sentir
más apetito del que realmente tenemos.
La satisfacción
emocional encontrada en los grandes platos de comida puede saciar más a una
persona que la cantidad de comida en sí. Prueba estos trucos para reducir la
comida de tu plato y sentirte más satisfecho que nunca:
El volumen es tu gran
aliado: Llena tu plato con ingredientes que ocupen mucho espacio, que sean más
densos que los alimentos pequeños es capaz de hacerte sentir más satisfecho
creyendo que ingeriste mucha comida. Puedes agregar a tu plato un filete de
pollo, espárragos y papas asadas. El volumen es mayor que un trozo de pizza,
por ejemplo, pero más saludable y menos calórico.
Cuando sirvas la
comida, llena mitad de tu plato con verduras antes de añadir las comidas
principales. Las verduras tienen mucho volumen, ocupan mucho más espacio. Además,
son ricas en fibras y nutrientes muy importantes para tu salud. Llena la mitad
de tu plato con verduras, ¼ de proteínas, ¼ de carbohidratos.
Reducir el tamaño de tus platos funciona realmente
bien para tu saciedad.
Cuando comes en un
plato pequeño, consumes menos comida, pero das a tu cerebro la sensación de que
estas consumiendo una gran cantidad de alimentos. Te sentirás satisfecho al ver
tu plato lleno, pero con dimensiones reducidas. Puedes hacer lo mismo con los
tazones; deja los grandes depósitos para sopas y ensaladas.
Otro truco curioso es
comer con cubiertos más pequeños. Cuando tu pequeño tenedor desborda lleno de
comida, tu mente cree lógicamente que estas comiendo bastante más. Resultado:
acabas comiendo menos de lo que normalmente comes.
Aprende a beber en
vasos más altos en vez de los vasos anchos y bajos. Las personas vierten 19%
más de líquidos en los vasos bajos. La razón es sencilla, el cerebro se centra
más en la altura que en la anchura; para nuestra mente los vasos bajos parecen
menos llenos que los vasos altos.
Bebe mucha agua. Un excelente truco para reducir el
hambre, es beber mucha agua: llegas a las comidas mucho más satisfecho.
Comer regularmente y
lentamente. Comer varias
veces al día, por ejemplo, comer una manzana o beber un yogur entre comidas.
Comer lento también es clave para comer menos: recuerda que el cerebro demora
20 minutos en darse cuenta que está lleno
Lávate los dientes. El aroma refrescante de la pasta
dental en nuestros dientes recién lavados es una buena forma de frenar el
apetito.
Haz ejercicio. Si estamos acostumbrados a la
actividad física, liberamos una hormona que da sensación de bienestar sin
necesidad de recurrir al helado o a los dulces.
Dormir. Un buen descanso no sólo sirve para
estar más atentos durante el día. Es muy importante también en nuestra
alimentación. Si no dormimos lo suficiente cada noche, nuestro cuerpo recurrirá
continuamente a la comida para recuperar la energía que no obtuvo del descanso.
¡Trata de dormir 8 horas diarias!
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