Una buena
hidratación, una actividad física moderada y una alimentación equilibrada
conforman la triple receta para lograr una piel sana y reluciente. La hidratación favorece la salud y
el buen aspecto cutáneo. El ejercicio mejora
el humor y el tono muscular, por lo que también es importante para realzar la
apariencia de la piel. Y la buena alimentación es
fundamental para mantener su luminosidad
Los nutrientes que mejor cuidan la piel son:
El Beta
caroteno, precursor de la vitamina A, también llamada retinol.
La principal fuente es el tomate. Otras fuentes son: frutas y verduras
amarillas o anaranjadas (zanahoria, calabaza, camote, melocotón, cerezas),
verduras de hoja verde, hígado y productos lácteos.
La vitamina
B6. Está presente en el pescado, huevo, frutos
secos, levadura de cerveza, carnes magras, plátano, pasas, cereales integrales
y palta.
La vitamina E. Presente en
alimentos de origen vegetal: cereales fortificados, frutos secos, germen de
trigo, aceites vegetales y verduras de hoja verde.
La vitamina C y el colágeno. Las mejores
fuentes de vitamina C son las frutas, como los cítricos, las fresas, o los
kiwis. También se encuentra en verduras como los pimientos, la col o los
tomates. Tiene una potente acción antioxidante y está relacionada con la
producción de colágeno, que no se puede incorporar al organismo de forma
externa y, sin embargo, es una proteína básica para mantener la piel tersa y
sin arrugas.
Cobre. En carnes, crustáceos, verduras secas, agua potable y cacao.
Selenio. Se concentra en carnes, huevos, marisco, y champiñones.
Para conservar las vitaminas de los alimentos recomendados, es importante:
Servir las frutas y
las verduras crudas y mantenerlas cubiertas y refrigeradas. Cocer las verduras
al vapor. Asar las carnes o hacerlas a la plancha. Almacenar en envases
herméticos, lejos de la luz, los alimentos que no necesitan guardarse en la
nevera. Consumir cereales enriquecidos en vitamina E.
Para aumentar el consumo de los minerales recomendados, se sugiere:
Cocinar el alimento
en la menor cantidad de agua y en el menor tiempo posible. Aumentar el consumo
de alimentos integrales.
Para evitar contratiempos, conviene recordar que:
Las vitaminas A y B6
pueden ser tóxicas en altas dosis, por ello no se recomienda tomar suplementos
si no es por indicación médica.
La hidratación como fuente de belleza
El agua mantiene la piel hidratada y, al mismo tiempo,
permite eliminar con facilidad las toxinas que la perjudican. Además,
proporciona nutrientes como el cobre, el selenio y
el sulfuro, necesarios para una piel cuidada y sana.
El secreto radica en
ingerir líquidos con regularidad durante el día, sin esperar a sentir sed.
Mantener un buen nivel de líquidos no solo contribuye a que la persona se
sienta bien y a mejorar su salud, también es una importante fuente de belleza.
Tomar el sol con precaución también nutre la piel
La OMS recomienda
exponer la cara y los brazos al sol durante unos 30 minutos al día, con la
precaución de no quemarse, para lograr una producción adecuada de vitamina D.
Cualquier excedente de esta vitamina liposoluble producida durante el verano
puede almacenarse en el tejido graso para su uso posterior. Es imposible obtener
demasiada vitamina D a través de la exposición solar, debido a un mecanismo autor
regulador que provoca la descomposición inducida de la vitamina D. Las personas
que no salen de casa o las personas de piel oscura pueden sufrir carencia,
aunque podemos ingerirla con algunos alimentos por ejemplo: Productos lácteos,
queso, mantequilla, pescados grasos o en los cereales del desayuno. La vitamina
D de origen alimentario desempeña una función muy importante. Es fundamental
para mantener los huesos sanos, además de ser necesaria para el funcionamiento
de los músculos y el equilibrio. Su escasez puede derivar en un mayor riesgo de
padecer fracturas.
Los dermatólogos
insisten en que debemos proteger la piel de los rayos ultravioletas, muy
peligrosos porque intervienen en la generación del cáncer de piel. En verano,
la mejor protección son los sombreros, pañuelos, gafas, camisetas y las cremas
protectoras. La hidratación, en este caso, funciona como un complemento a la
adecuada exposición solar. Es decir, hay que cuidarse por dentro y ser prudente
por fuera.
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