Los hábitos alimenticios de las
familias se transmiten de padres a hijos y están influidos por varios factores
entre los que destacan: el lugar geográfico, el clima, la vegetación, la
disponibilidad de la región, costumbres y experiencias, por supuesto que
también tienen que ver la capacidad de adquisición, la forma de selección y
preparación de los alimentos y la forma de consumirlos.
En la infancia se crean los hábitos alimenticios, y más aún las
enfermedades que pueden aparecer más tarde, a lo largo de la vida como: la
obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas, cáncer, las que comienzan a
incubarse desde los primeros años de edad. Por estas razones es que parece
fundamental prevenirlas desde los primeros años, cuidando los hábitos
alimenticios de nuestros hijos. La obesidad o el sobrepeso en los niños puede
ser causada por varias razones. Las causas más comunes son: herencia, falta de
ejercicio, malos hábitos alimenticios, o la combinación de estas causas.
Nuestro objetivo como padres: Evaluar los hábitos alimenticios de nuestros
hijos, que es lo que consumen a lo largo del día, para saber si su ingesta de
nutrientes es la adecuada para su edad. También para que conozcan la
importancia de llevar unos buenos hábitos alimenticios, teniendo en cuenta las
enfermedades que nos puede acarrear no prestar atención a este aspecto en
nuestro día a día.
Debemos darle a nuestro organismo todas las vitaminas, minerales,
proteínas, grasas, fibra e hidratos de carbono necesarios para producir la
energía suficiente y conseguir sentirnos bien y protegernos de las
enfermedades. Debemos comer variado, ya que la falta de cualquiera de los
nutrientes básicos puede suponer: Tener las defensas bajas y no estar protegido
de los virus típicos que nos afectan habitualmente: gripe, etc.
Estar expuestos en un futuro próximo, a más posibilidades de tener
enfermedades graves por llevar una mala alimentación: Por ejemplo, el exceso de
grasas saturadas (grasas animales) puede provocar enfermedades cardiacas o
algunos tipos de cáncer; la ingestión excesiva de calorías puede provocar
hipertensión; la falta de calcio predispone a la osteoporosis. Debe desaparecer
la idea o creencia de que la "gordura" en los niños es sinónimo de
salud, o que con la edad reducirán de peso. Para evitar la obesidad es
conveniente que desde los primeros meses de la vida los niños adquieran un buen
hábito alimentario. Que necesariamente será trasmitido por sus padres o
cuidadores, con el ejemplo diario.
LA OBESIDAD, que está alcanzando número de epidemia en todo
el mundo, se ha definido ya como una «patología multifactorial evitable». Según
datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el problema no sólo afecta
a la población adulta de los países desarrollados. En el mundo, más de 22
millones de niños menores de cinco años son obesos o tienen sobrepeso. De
ellos, 17 millones viven en países en
desarrollo. Como el nuestro. Con esto se entiende que es de gran
importancia el medio familiar en la transmisión de hábitos alimentarios
adecuados, que nos permite afirmar que los modelos familiares con los que los
niños conviven, tienen una gran fuerza de implantación, muy especialmente en
los primeros años de vida.
Por lo tanto sin la ayuda de los padres y en especial de la madre, no
podremos dar a las nuevas generaciones un patrimonio cultural dietético
saludable
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