La lactancia
natural es una forma de proporcionar un alimento ideal para el crecimiento y el
desarrollo de los lactantes; también es parte integrante del proceso
reproductivo, con repercusiones importantes en la salud de las madres.
El examen de los
datos científicos ha revelado que, a nivel poblacional, la lactancia materna
exclusiva durante 6 meses es la forma de alimentación óptima para los
lactantes. Posteriormente deben empezar a recibir alimentos complementarios,
pero sin abandonar la lactancia materna hasta los 2 años o más, si es posible.
La leche materna es
la primera comida natural para los lactantes. Aporta toda la energía y los
nutrientes que el niño necesita en sus primeros meses de vida, y sigue
cubriendo la mitad o más de las necesidades nutricionales del niño durante el
segundo semestre de vida, y hasta un tercio durante el segundo año.
La leche materna
fomenta el desarrollo sensorial y cognitivo, y protege al niño de las
enfermedades infecciosas y las enfermedades crónicas. La lactancia materna
exclusiva reduce la mortalidad del lactante por enfermedades frecuentes en la
infancia, tales como la diarrea o la neumonía, y ayuda a una recuperación más
rápida de las enfermedades.
Estos efectos se
dan tanto en las sociedades con escasos recursos como en las sociedades ricas.
La lactancia
materna contribuye a la salud y al bienestar de las madres. Ayuda a espaciar
los embarazos, reduce el riesgo de cáncer de ovario y mama, aumenta los
recursos familiares y nacionales, es una forma de alimentación segura, y carece
de riesgos para el medio ambiente.
Posturas
para dar de lactar
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Carga
a tu bebe con el brazo del mismo lado
que el seno donde lo colocarás. La espalda del bebe debe recaer en tu
antebrazo, su cabeza a la altura de tu codo y sus nalgas en tus manos. Su
barriga debe coincidir con la tuya. Trata de que tu espalda descanse totalmente
en el respaldar de la cama, silla o sillón donde te sentarás, si te resulta más
cómodo usa un cojín o almohada en tu regazo debajo de tu hijo.
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Debes
sostener la nuca de tu bebe y su espalda con tu mano y tu brazo contrarios al
seno que vas a ofrecerle. El mentón del bebe debe estar pegado al seno, la
nariz despejada y lo más importante, el pezón debe estar en dirección a la
nariz del bebe.
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Acuéstate
de costado en la cama y apoya tu cabeza sobre tu brazo, flexionado o sobre una almohada.
Coloca a tu bebe ligeramente de costado, enfrentado a ti. Colócalo de tal
manera que su boca este a la altura de tus senos. Sujétalo con el brazo que te
queda libre o con ayuda de un cojín o una almohada, esta posición es ideal para
cuando estás muy cansada y para las noches.
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Acomoda
una almohada o un cojín debajo de tus brazos, coloca allí a tu bebe y sostén su
cabeza con tu mano y su espalda con tu antebrazo. Sus nalgas y sus piernas
deben descansar en la almohada. Asegúrate que el vientre de tu bebe quede a la
altura de tus costillas. Es conveniente que los pies del bebe no toquen el
respaldar del sillón o de la cama porque podrían impulsarse, darte un tirón y
lastimarte los pezones.
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Reclínate
en la cama o en un sillón, apóyate en cojines o en almohadas, lo importante es
que no quedes en posición por completo vertical ni horizontal. Coloca a tu hijo
sobre tu pecho, en esta posición la mamá tiene más libertad en los brazos y el
bebe libertad para desarrollar sus reflejos, estirar los pies, mover la cabeza
y brazos, estos movimientos a veces las madres los interpretan como rechazo a
lactar. No es necesario que abraces a tu bebé, usa tus brazos solo como
protección. La idea es que estés relajada.
Evita el dolor de los pezones
Busca una posición en
la que te sientas cómoda. Sostén el seno con el pulgar arriba y los otros dedos
debajo. Asegúrate de tu bebe habrá bien la boca y que tenga la lengua abajo.
Acerca al bebé al pecho. El pezón y buena parte de la areola deben quedar entre
la lengua y el paladar. La nariz y el mentón del bebe, deben estar pegados al
pecho. Sus labios inferior y superior deben estar prominentes
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