Volver a congelar un producto descongelado
Del supermercado
hasta el domicilio, la cadena de frío ha sido respetada correctamente. Pero un
apagón sobreviene o alguna causa que no habíamos tenido presente, haciendo que
durante algunas horas el congelador deje de funcionar. Si esta situación se
presenta, hay que tener el reflejo de consumir en seguida los productos
congelados o tirarlos. Hay que saber que ciertas bacterias resisten al frío.
Mientras que el producto está congelado, estas bacterias dejan de
multiplicarse.
En cambio, en cuanto
el producto vuelve a ser congelado, la multiplicación de bacterias empieza de
nuevo y además a una velocidad acelerada. Si se vuelve a congelar el producto descongelado, el consumidor se
expone 16 veces más al número de bacterias. La congelación desestructura los
tejidos, por esta razón los productos descongelados presentan una textura y un
gusto diferentes.
Preparar bien
los alimentos antes de congelarlos
Para conservar al
máximo el gusto y el valor nutritivo de un alimento que se va a congelar, es
importante prepararlo bien. Si se trata de fruta, por ejemplo, conviene saber
que la congelación debe hacerse justo después de la recogida o después de la
compra. Sin embargo, si se trata de una fruta que se ennegrece, mejor es
transformarla en compota.
Si se trata de
verduras frescas, hace falta precocinarlas durante 2 minutos, escurrirlas bien
y embalarlas antes de congelarlas. Si se trata de aves de corral, conviene
quitarles las grasas antes de congelarlas. Si se quiere congelar pescado, hay
que quitarle las escamas, las tripas, lavarlo y secarlo antes de congelarlo. En
el caso de platos pre cocinados, hay que evitar añadir especias. Es preferible
añadir un poco de sal antes de la congelación.
Hay que saber que la
duración de conservación de un alimento por congelación es muy variada: de 3 a
12 meses. Sin embargo, en cuanto la cadena del frío se ha roto, no se debe
volver a congelar. De otro modo el consumidor se expone a intoxicaciones
alimentarias.
La dieta de la mano con la nutrición
El buen tiempo hace
que las ensaladas nos apetezcan más. Son buenas para vigilar las calorías, pero
también pueden estar deliciosas y aportar un gran valor nutritivo si ponemos los
ingredientes adecuados. Al
contrario de lo que puede parecer, las ensaladas no son solo buenas para cuidar
la dieta, sino que con los ingredientes adecuados pueden tener un alto valor
nutritivo al mismo tiempo. Y además, podemos hacer que tengan un sabor
delicioso.
Los beneficios de comer ensaladas son mayores
de los que creemos, y no sólo por tener pocas calorías. Está demostrado que las
personas que comen ensaladas habitualmente tienen, por ejemplo, mayores niveles
de vitaminas C y E, así como ácido fólico.
Eliminando de las ensaladas cualquier tipo de salsas hipercalóricas, o
con ingredientes como el tocino, tenemos multitud de opciones para prepararnos
unos platos súper sanos, más allá de las extendidas ensaladas de pasta, pollo o
arroz. Por supuesto, en cada una se pueden añadir y eliminar ingredientes a
tu gusto o al de tu familia. Ejemplos:
Ensalada de
mariscos: Los mariscos combinan perfectamente sobre base de espinacas, y unos toques de estragón fresco, apio,
puerros y tomate maduro. Y en lugar de salsa, claro está, una vinagreta. Los
mariscos tienen una cantidad alta de colesterol, así que no abuses.
Ensalada con
fruta: Si intentamos incluir aquellas que contienen menos azúcar, nos quedará una
ensalada sanísima con lechuga, manzana y nueces puede ser una opción excelente.
Las fresas, melocotón o la naranja,
también puedes añadir con otros ingredientes como el queso fresco, mostaza en
grano o tomates cherry.
Ensalada griega: De muy fácil preparación
y deliciosa: queso feta, pepino, tomates cherry, aceitunas y un poco de limón,
orégano, sal y pimienta molida. Todo ello aderezado con un aceite de oliva..
Ensalada con quinua: La quinua es un alimento
muy completo y de fácil digestión. Como no tiene gluten es además apto para
celíacos. Podemos preparar una ensalada deliciosa, añadiendo otros alimentos
como cebolla, mandarinas o naranjas, lechuga picada, tomate, eneldo, pepino e
incluso otras legumbres. Con un poco de limón, aceite de oliva y sal.
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