En un mundo que se asombra con la velocidad y el alcance de los cambios
tecnológicos, ingentes masas de personas están subalimentadas y numerosos
países son cíclicamente sometidos a hambrunas. Literalmente, miles de seres
humanos mueren cada año de inanición.
Ante un contraste tan dramático surgen interrogantes elementales: ¿Estamos
ante un límite de la naturaleza o frente a una inequidad social básica? En
otras palabras, ¿se trata de un problema de disponibilidad de alimentos o de
una distribución regresiva del ingreso que impide a determinados segmentos
sociales acceder a ellos?
El tema será tratado el próximo jueves y viernes en la sede de la FAO, en
Roma, en la asamblea mundial sobre los desafíos nutricionales del siglo XXI, a
la que asistirá el Papa Francisco.
La prédica constante del líder católico desde que asumió su pontificado es
instar a los líderes mundiales a afrontar el problema del hambre en una
perspectiva de largo plazo, eliminando las causas estructurales que lo provocan
y promoviendo el desarrollo agrícola de los países más pobres mediante
inversiones en infraestructuras. Ya en ocasión de la Jornada Mundial de la
Alimentación, el año pasado, denunció crudamente el despilfarro de alimentos y
la mentalidad dominante de considerar el hambre como “un hecho ineluctable”.
“Paradójicamente, en un momento cuando la globalización permite conocer las
situaciones de necesidad en el mundo y multiplicar los intercambios y las
relaciones humanas, parece crecer la tendencia al individualismo y al
encerrarse en sí mismo, lo que lleva a una cierta actitud de indiferencia
respecto de quien muere de hambre o padece malnutrición, casi como si se
tratara de un hecho ineluctable”, escribió en un mensaje enviado al director de
la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
el brasileño José Graziano Da Silva.
Francisco será el cuarto pontífice que visita la sede central de la FAO
después de Pablo VI, quien estuvo en 1970, Juan Pablo II, en 1992, y Benedicto
XVI, en noviembre de 2009.
A pesar de que 2010 ha sido el primer año en el que los datos de Naciones
Unidas muestran un retroceso en el número de hambrientos, en parte por las
buenas cosechas que ha habido, lo cierto es que todavía hay 925 millones de
personas que pasan hambre a diario y 5,2 millones pierden la vida anualmente
por este motivo. Estos datos no son sino fiel reflejo de una tragedia diaria:
cada seis segundos muere una persona en el mundo por hambre.
Además, cerca de 2000 millones más
del 30 % de la población mundial experimentan lo que se denomina hambre oculta,
que provocan las deficiencias de micronutrientes y hace a las personas más
susceptibles a enfermedades infecciosas, perjudica el desarrollo físico y
mental, reduce la productividad laboral y aumenta el riesgo de sufrir una
muerte prematura.
De hecho, el hambre y la desnutrición son el principal riesgo para la salud
en todo el mundo, más que el sida, la malaria y la tuberculosis juntas. Entre
sus principales causas están los desastres naturales, los conflictos, la
pobreza, la pobre infraestructura agrícola y la sobreexplotación del ambiente.
La CIN2 es la continuación a la primera conferencia de este tipo, que se
celebró en 1992. Su objetivo es reunir a los líderes de los gobiernos, a otros
responsables de la formulación de políticas y a representantes de
organizaciones intergubernamentales y de la sociedad civil para hacer un
balance de los progresos alcanzados en la mejora de la nutrición. La conferencia
también pretende hallar nuevas formas de impulsar esfuerzos nacionales e
internacionales que mejoren las dietas y la salud.
Al término de los debates, los asistentes aprobarán la Declaración de Roma
sobre la Nutrición, en la que los países y organizaciones se comprometen a
respetar importantes puntos y estrategias para combatir la desnutrición y
mejorar la calidad de los alimentos bajo el lema ‘Mejor nutrición, mejor vida‘.
La cumbre fue convocada debido a que la economía mundial, los sistemas alimentarios
y el estado nutricional de la población han cambiado significativamente desde
la primera conferencia de 1992, subrayaron los organizadores.
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