Un nuevo estudio
exhaustivo de suministros mundiales de alimentos confirma y documenta
minuciosamente por primera vez lo que los expertos han sospechado desde hace
tiempo: en los últimos cinco decenios, las dietas humanas en todo el mundo se
han hecho cada vez más similares, con una media mundial de un 36 %, una
tendencia que no muestra signos de desaceleración, lo que tiene importantes
consecuencias para la nutrición humana y la seguridad alimentaria global.
Se está consumiendo
más calorías, proteínas y grasas, y se centran cada vez más en una lista corta
de los principales cultivos alimentarios, como el trigo, el maíz y la soya,
junto con la carne y los productos lácteos. El nuevo estudio, publicado en
'Proceedings of the National Academy of Sciences', sugiere que la creciente
dependencia de unos pocos cultivos de alimentos también puede acelerar el
aumento mundial de la obesidad, las enfermedades del corazón y la diabetes. Incluso
dentro de los países que siguen lidiando con importantes limitaciones en la
disponibilidad de alimentos.
El emergente suministro
mundial de alimentos estándar descrito
en el estudio también se compone de alimentos ricos en energía, como la soja,
el aceite de girasol y el aceite de palma. El trigo es un alimento básico
importante en el 97,4 % de los países y el arroz en el 90,8 %, convirtiéndose
la soja en importante para el 74,3 % de los países. Por el contrario, muchos de
los cultivos de cereales considerados de importancia regional, como el sorgo,
el mijo y el centeno, así como cultivos de raíces como el camote, la yuca, se
han perdido. Muchos otros granos y hortalizas
para los cuales no se dispone de datos comparables a nivel mundial han
corrido la misma suerte, como un tubérculo nutritivo conocido como Oca, que una
vez creció ampliamente en el altiplano andino.
Otro de los peligros
de una cesta alimentaria mundial más homogénea es que hace que la agricultura
sea más vulnerable a amenazas importantes como la sequía, las plagas de
insectos y las enfermedades, que pueden empeorar en muchas partes del mundo
como consecuencia del cambio climático. A medida que la población mundial
aumenta y la presión crece sobre nuestro sistema alimentario global, también lo
hace nuestra dependencia de los cultivos mundiales y los sistemas de producción
que nos alimentan. Los cambios en la dieta documentados en el estudio son
impulsados por poderosas fuerzas económicas y sociales. Por ejemplo, el aumento
de los ingresos en los países en desarrollo ha permitido a más consumidores
incluir grandes cantidades de productos de origen animal, aceites y azúcares en
su dieta y la urbanización en estos países ha fomentado un mayor consumo de
alimentos procesados y rápidos. Otros desarrollos relacionados, como la
liberalización del comercio, la mejora del transporte de mercancías, las
industrias multinacionales de la alimentación y la estandarización de la
seguridad alimentaria han reforzado aún más estas tendencias.
Los países que
experimentan un rápido cambio en la dieta también están viendo rápidamente
aumentos en las enfermedades asociadas a la sobreabundancia, Pero también hay
evidentes tendencias esperanzadoras, como en el norte de Europa, donde la
evidencia sugiere que los consumidores tienden a comprar más cereales y
verduras y menos carne, aceite y azúcar.
Los investigadores
señalan 5 acciones necesarias para
fomentar la diversidad en la producción y el consumo de alimentos y mejorar la
nutrición y la seguridad alimentaria: promover la adopción de una amplia gama
de variedades de los principales cultivos en todo el mundo, apoyar la
conservación y el uso de diversos recursos fitogenéticos, mejorar la calidad
nutricional de los principales cultivos de los que depende la población,
promover cultivos alternativos que pueden aumentar la capacidad de resistencia
de la agricultura, hacer más saludable la dieta y concienciar de la necesidad
de una alimentación más sana.
.
Este nuevo estudio
exhaustivo, basado en datos de la Organización para la Agricultura y la
Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), abarcó más de 50 cultivos y más de
150 países, que representan el 98 por ciento de la población mundial, durante
el periodo 1961-2009. Además de la CIAT y el 'Global Crop Diversity Trust', han
participado investigadores de la Universidad de Wageningen en Países Bajos y la
Universidad de Columbia británica en Canadá.
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