El consumo de un
yogur al día ayuda a tomar la cantidad de lácteos recomendada por los expertos
y se debe convertir en un patrón general de la salud diaria. Esto es lo que
recomiendan las autoridades sanitarias. Para remediar la ingesta insuficiente
de productos lácteos, se debería consumir de 2 a 4 raciones por día. Por ello,
proponen como alternativa el yogur, cuyos beneficios para la salud están
avalados por una amplia literatura científica.
Desde el punto de
vista nutricional el yogur aporta calcio y proteínas de alto valor biológico.
Según se recoge en el Nutrient Rich Foods Index de Estados
Unidos. Además, tiene una mayor digestibilidad de la lactosa que cualquier otro
lácteo.
También contribuye a
tener una microflora intestinal equilibrada, en algunos estudios, se dice que las
personas que tienen hábitos saludables, consumen por lo menos un yogur al día.
Numerosas
universidades han confirmado todos estos valores del yogur como opción
apropiada por su alto valor nutricional, por su capacidad de pre digestión de
las proteínas y por ser fuente de vitaminas, calcio y otros minerales.
Probioticos
y prebióticos: Existe
una relación evidente entre dieta y salud. Si “somos lo que comemos” es
importante saber cómo contribuyen ciertos alimentos a mejorar la salud.
Cuál es
la diferencia entre prebióticos y probioticos: Según la
Organización Mundial de Gastroenterología, los probioticos son microorganismos vivos que, cuando
se ingieren en las cantidades adecuadas, pueden aportar beneficios para la
salud. Se trata de bacterias o levaduras que están presentes en alimentos,
medicamentos o suplementos dietéticos.
Los que se utilizan son los Lactobacilos y Bifidobacterias,
siendo los primeros los que más se han empleado durante años para la
conservación de alimentos mediante la fermentación, como es el caso de la leche
para producir yogur.
Los prebióticos son
compuestos que el organismo no puede digerir, pero que tienen un efecto
fisiológico en el intestino al estimular, de manera selectiva, el crecimiento y
la actividad de las bacterias beneficiosas (bifidobacterias y lactobacilos). Se
trata de un tipo de hidratos de carbono presentes en algunos alimentos que,
pese a que nuestro sistema digestivo no es capaz de digerir, son fermentados en
el tracto gastrointestinal y utilizados como “alimento” por determinadas
bacterias intestinales beneficiosas
Beneficios: Nuestro sistema digestivo está colonizado por
toda una serie de bacterias que forman un grupo complejo llamado microbiota intestinal.
Estas bacterias viven en simbiosis con nuestro intestino en un delicado
equilibrio, que puede verse afectado por la alimentación, el estrés, las enfermedades, o algunos
medicamentos. El consumo de alimentos con prebióticos y probioticos puede
ser útil para mantener este equilibrio.
Los probioticos al crecer en el intestino y adherirse
a la mucosa intestinal, evitan que otras bacterias dañinas se implanten y
ejerzan sus funciones negativas, actuando como una barrera que evita la
colonización del intestino por gérmenes patógenos.
En general, los estudios apuntan
que los beneficios se centran en una mejora de la salud intestinal y de la
función inmunitaria. A pesar de que todavía son necesarios más estudios para
poder determinar, tanto sus efectos concretos, como los mecanismos por los que
se producen.. De igual manera, existen estudios que muestran la eficacia en la
prevención de la diarrea asociada a antibióticos.
Se ha observado, además, que
consumir probioticos, como las leches fermentadas, mejora la intolerancia a la
lactosa. De hecho, algunos estudios en animales han mostrado que
los probioticos reducen el riesgo de cáncer de colon, sin embargo, esto no ha
sido comprobado en seres humanos.
Facilitar la absorción de algunos minerales como el calcio y el magnesio. Favorecer la
síntesis de ciertas vitaminas. Reducir los
trastornos digestivos, como los molestos gases, ayudar a mantener el equilibrio intestinal. Mejorar
la regularidad intestinal, con lo que disminuyen los episodios de estreñimiento. Estos son los más
comunes de sus beneficios
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