Investigaciones científicas demuestran que existe una
relación directa entre la mejora del estado de ánimo y la pérdida de esos kilos
de más que se te resisten. Todos hemos vivido algún momento en los que estás a punto de caer en
una dinámica de abandono y descuido.
Las Naciones Unidas bautizó al estrés como "la
enfermedad del siglo XX" y la Organización Mundial de la Salud no ha
dudado en calificarlo de "epidemia". Ahora, se ha encontrado una relación directa entre estrés y sobrepeso. Los
investigadores han dirigido su atención hacia una hormona clave denominada
cortisol. Esta hormona, no es negativa.
Nuestro cuerpo la utiliza para mantener los niveles de presión sanguínea y
desempeña un papel importante en la metabolización de las grasas y los
carbohidratos para transformarlos en energía.
Los problemas comienzan cuando padecemos estrés
crónico, segregamos demasiado cortisol
y nuestro cuerpo no puede asimilarlo de manera adecuada. Un efecto
del exceso de cortisol es el aumento
del apetito. Tener hambre a todas horas ya es bastante castigo pero
además, el cortisol suele dirigir
los kilos de más hacia el abdomen antes que hacia las caderas y
esta grasa abdominal está estrechamente relacionada con las enfermedades
cardiovasculares.
La mejor manera de cuidarte
Muchos nutricionistas durante sus experiencias con
pacientes en la consulta han detectado, que el decirle a los pacientes
"pórtate bien contigo misma porque te lo mereces" la persona que te
escucha y está sentada frente tuyo como paciente lo interpreta como "date un atracón". ´
Recurrir a la comida para
compensar los nervios es una solución fácil.
Es rápido, barato y proporciona satisfacción de modo
inmediato. Pero no funciona. Cuando te abandonas, algunos alimentos, tipo
pizza, helado o macarrones gratinados con mucho queso, pueden parecernos
nutritivos. Incluso puede que te hagan sentir bien mientras los comes. Pero,
cuando vuelve la cordura, ese sentimiento se desvanece rápidamente y en su
lugar aparecen la infelicidad y el
arrepentimiento. El premio se ha transformado en un sentimiento autodestructivo
de culpa. Los estudios científicos lo confirman. Cuando a un grupo de
mujeres se le pidió que hiciese un seguimiento de su estado de ánimo seis veces
al día, durante un periodo de diez días, se llegó a la conclusión de que los
caprichos que se daban en restaurantes a los que acudían iban seguidos de
estados de ánimo negativos. Sin embargo, cuando preparaban y comían en casa
comidas más saludables, su estado de ánimo mejoraba. Y cuanto mejor se sentían,
más probable era que la siguiente comida que se preparasen fuera también
saludable.
La respiración que adelgaza.
Sólo tienes que programar un cronómetro durante ocho minutos y encontrar una posición en
la que estés cómodamente sentada. Inspira
mientras cuentas hasta ocho lentamente, aguanta la respiración unos segundos y,
después, expira mientras cuentas otra vez ocho. Al principio, tu mente tenderá
a dispersarse. Sé paciente Cuando notes cierta oposición, o que tus
pensamientos quieren distraerte, cuenta de nuevo tus respiraciones.
Empezar con ocho minutos al día es un gran comienzo.
Los efectos sobre nuestra salud se notan con tan sólo cinco minutos de
práctica. Si logras ir más allá, y practicar este tipo de ejercicios o un
programa específico de meditación durante 27 minutos diarios, podrás llegar a
cambiar tus esquemas mentales y rebajar notablemente tus niveles de ansiedad.
No te escudes en excusas como que no tienes tiempo y considéralo una inversión
en tu salud y bienestar.
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