¿Cuál sería una dieta emocionalmente inteligente?
Sería aquella en la
que no falte ninguno de los grupos de alimentos que normalmente marcamos como
pauta básica de una alimentación normal. Tiene que haber hidratos de carbono en
su justa medida, proteínas, frutas, vegetales y, de vez en cuando, también
algún dulce, chocolate, helados, chucherías, aunque esto muy de vez en cuando y
nunca como mecanismo compensatorio o como premio. En seguida decimos a los
niños que si haces esto o si te portas bien te doy una golosina. Esto es un
error muy grave, la comida debe ser para nutrirlos, para generar tejidos, para
estar bien, para mantener una salud estable, nunca un premio o un castigo. Eso
va a lograr que el niño llegue a la madurez con una alimentación estable y que
controle bien sus emociones.
¿Se cuida la nutrición en la educación escolar?
Se está cuidando cada
vez más, pero creo que todavía falta
para hacerlo completamente bien. Pero ya hay muchos inicios de esta
educación en los colegios, se está metiendo cada vez más en el programa
escolar. Desde hace unos años, con los desayunos saludables de los colegios, se
está cuidando este tema un poco más. No es fácil marcar una tendencia saludable
cuando hay una preferencia en la que siempre prevalece lo más rico, que no es
siempre lo más sano.
¿Repercute más la nutrición sobre los estados
anímicos, o el estado emocional sobre cómo comemos?
Van parejos y desde la primera infancia. Una
cosa va a llevar a la otra, sobre todo cuando hacemos de la comida un premio o
un castigo, o lo que se ve en la familia desde muy pequeños, es decir, hacer
que la comida tenga un valor diferente al de la nutrición. Si aprendemos a
facilitar esa percepción, esa idea de ver la comida como alimento y de hacer de
la comida un acto feliz, sin agobios, sin ansiedad, sin culpa, haciendo al niño
partícipe de esta visión de la alimentación, se desarrollará más sanamente.
¿Qué opina de los suplementos alimenticios?
Están muy de moda,
demasiado. Si la alimentación es variada y completa, los suplementos no harían
falta si no hay una exigencia extra que lo requiera, es decir, una carencia
determinada producida por una enfermedad, o en el caso de un deportista que
necesite complementar un determinado nutriente, pero muy puntualmente. Para el
común de la gente, sin una necesidad puntual debida a una carencia determinada
y diagnosticada por un profesional, con una alimentación variada y completa no
hacen falta suplementos.
Las frutas y verduras
ayudan a reducir el colesterol
Todo lo que tenga fibras va a ayudar a bajar
el colesterol: panes integrales, legumbres, cereales integrales, choclo, frutas
y verduras en general.
La papa engorda
Es relativo. Es un vegetal rico en almidón,
al igual que el camote y el choclo. En la pirámide nutricional está dentro del
grupo de almidones junto con las pastas, el arroz, las legumbres y el pan. Una
papa chica (100 gramos) aporta100 calorías, lo mismo que dos tazas de
zanahorias crudas.
El
café quita el sueño
Sí, porque tiene cafeína, una sustancia alcaloide que es
estimulante. Una buena solución para evitar las noches de insomnio es el café
descafeinado que sólo aporta 3 mg de cafeína por taza contra entre 75 y150 mg
por taza de un café común.
Los huevos
hay que lavarlos
Sí, bajo el grifo, pero solo justo antes de
consumirlos. Si los lavamos y luego los guardamos, facilitamos que el agua
entre por los poros del huevo y arrastre contaminación exterior.
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