Cuidar la
presentación de los platos y mantener las rutinas a la hora de comer puede
ayudar a mejorar el estado nutricional de los pacientes con Alzheimer.
La mayor parte de
estos pacientes suelen sufrir alteraciones en el apetito, o bien no tienen
ganas de comer, o bien comen compulsivamente, especialmente panes y pasteles. Unos
síntomas que afectan negativamente al estado nutricional del paciente, a su
calidad de vida y, al mismo tiempo, a la de los que le rodean.
La enfermedad del
Alzheimer suele llevar asociada una pérdida de peso debido a que los trastornos
de conducta que sufren, dificultan la ingesta de comida; ya que los estados de
agitación provocan un aumento del requerimiento energético; y a que, incluso,
los fármacos que usan para enlentecer la patología suelen producir anorexia.
Además el, 84 % de los pacientes con Alzheimer suelen desarrollar disfagia de
faringe (Dificultad para el paso del alimento a través de la boca,
faringe o el esófago), lo que condiciona la forma de alimentarse.
Es muy importante el
papel que juegan los cuidadores a la hora de evitar que el paciente padezca
desnutrición y deshidratación como consecuencia de la dificultad que tienen
para tragar los alimentos. Los cuidadores deben saber que estos enfermos no se
les puede dar comidas con dobles texturas, como por ejemplo arroz con leche; y que
deben de darles de comer de forma en la que el paciente tenga el cuello
inclinado hacia abajo para, evitar que la comida se le desvíe a la vía aérea; y
si no pueden tomar líquidos, hay que espesarlos aunque sea el agua.
Lavarse las manos y la boca antes de comer
Aunque el enfermo no
presente disfagia, es recomendable que siga una serie de pautas para comer. Por
ejemplo, los expertos aconsejan que se laven las manos y la boca antes de comer
porque, ayuda a saborear "mejor" los alimentos. Es importante que los
manteles y la servilleta del paciente sean siempre del mismo color y que
durante la comida haya un ambiente tranquilo. No se puede obligar al paciente a sentarse a comer en la mesa si no lo desea
y esta agitado, se puede comer de pie y con la mano, con el fin de lograr que
coma.
Estas pequeñas cosas
son las que hay que cuidar para intentar estimular la hora de la
comida. Además, es primordial que
coman acompañados para estimular la comunicación.
Por otra parte, los especialistas han
destacado la necesidad de que los pacientes lleven a cabo la dieta mediterránea
o japonesa, ya que, tal y como han
mostrado diversos estudios, gracias a los ácidos grasos que contienen se
consigue enlentecer, en cierta medida, la progresión de la enfermedad.
No sabemos por qué se produce, pero lo que sí
conocemos es que un tanto por ciento muy elevado del sistema nervioso son
ácidos grasos, por lo que se cree que este tipo de nutrición ayuda al sistema
nervioso a estar sano. Sin embargo, todavía no sabemos qué cantidades hay
que utilizar ni durante cuánto tiempo para enlentecer el deterioro cognitivo.
Dieta
Mediterránea. Los
alimentos que constituyen la base de esta alimentación son:
El pan y la pasta, como principal fuente de
hidratos de carbono.
El aceite de oliva como principal fuente de
grasa.
El vino en cantidades moderadas durante las
comidas. Esto no se tiene en cuenta para los enfermos
Las hortalizas, las frutas, los frutos secos
y las legumbres aportan a esta dieta gran cantidad de fibra y antioxidantes.
El pescado, las aves de corral, los productos
lácteos y los huevos como principal fuente de proteínas y un menor consumo de
carnes y grasas animales.
Estos alimentos y su tratamiento culinario
dan lugar a un estilo de vida que se complementa con unos hábitos, cada vez
menos frecuentes como son los paseos al sol, las tertulias o la siesta.
Dieta
japonesa.
La dieta japonesa es menos grasa y rica en
proteínas, además de incluir alimentos
como el té, las algas o los derivados de la soja.
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